La historia de Víctor Navarro puede pasar como la de un jugador aficionado de la “naranja”, sin embargo una malformación congénita no le impidió disfrutar del deporte en Comodoro donde le valió el reconocimiento y el respeto de sus pares. Hoy campeón con un equipo de amigos es el mejor premio: “Cuando jugué liga local me sentí excluido, pero eso me dio más fuerzas para seguir jugando”, admitió a PDC.

por Franco Córdoba

“A los 10 Años comencé a jugar en el club de mi barrio, Laprida con la profesora Myriam Astete estuve jugando hasta los 13 que se disolvió el club, pero a los 24 comencé a jugar en Gimnasia y Esgrima con Fabian De Angelis, después tuve como entrenador a Nicolás Casalánguida, Juan Carlos Morel, José Pestuggia, “La vieja” Leonori, y a Jose Bolaños”, rememora este amante del básquet en una charla con Pasta de Campeón.

Navarro nació con una malformación congénita en su brazo izquierdo, sin embargo, nada le impidió disfrutar de su deporte preferido, el básquet.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión

El fin de semana se disputó la final del “Torneo Pasión por el Básquet”, en su quinta edición para jugadores amateurs, donde Epsilon Draw venció a Febisa Mix por 84-36 y se quedaron con el trofeo de campeón.

Lo del antebrazo izquierdo es congénito y fue de nacimiento, por eso ya estoy acostumbrado a manejarme desde pequeño”, afirma “El Bomba”, apodo que le puso uno de sus grandes amigos del básquet, Claudio Barrio, por el apellido de Juan Carlos Navarro, tirador de la selección española y del Barcelona.

“Mi posición es la de tirador, por ahí me cuesta un poco driblear para atacar al aro, pero después siempre me gusta lanzar de tres, hasta participé en torneos donde me fue muy bien”, recuerda el nacido en el barrio Laprida, con una sonrisa.

Sin embargo, Navarro supo aprender de las miradas y la exclusión en el deporte, aunque “eso te da más fuerzas para seguir luchándola a diario. No es fácil jugar con un solo brazo”.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión

“Cuando jugué liga local pasó en varias oportunidades me sentí excluido, gracias a Dios siempre hubo gente que nunca me dejó de lado. Dentro de la cancha antes eran todo nervios, pero te vas acostumbrando y haciéndote conocido por la gente, y ya no te da ese pudor el qué dirán”, reconoció.

Muchos chicos se asombran, otros se asustan, pero es lógico. Conozco otros jóvenes que tienen una discapacidad y también les gusta el básquet. Las personas con algún defecto no deberían sentirse mal, al contrario, deberían sentirse orgullosos por el esfuerzo que hacen para que todo salga mejor de lo esperado”, agregó “El Bomba”.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión

Sin embargo, para Navarro no todas las experiencias fueron malas en su recorrido como amante del básquet y jugador aficionado, pues una serie de amigos entrañables son aquellos que incentivaron a que no deje de jugar y participe en cuanto torneo hay en Comodoro.

Claudio Barrio es una excelente persona siempre valoró mi esfuerzo y me llama para jugar en sus equipos. No sólo él, Edgardo Lastre, Emilio Bellido, Luis Robledo, Osvaldo Herrera y Lisandro Olmos, siempre me tuvieron en cuenta”, enumeró.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión

“Es por eso que siempre digo que por el básquet conocí gente maravillosa, amigos con los cuales compartimos cancha, partidos y torneos muy buenos que se arman en la ciudad, con jugadores veteranos muy conocidos acá y a nivel nacional. Por eso es emocionante salir campeón con amigos que te da el deporte y la vida”, reconoció, en su segundo título, luego del primero en Intercomerciales con Chocolate´s.

Víctor siempre eligió los desafíos y por eso asume que además del básquet de chico jugaba al futbol, al voley, pero admitió que: “con el tiempo elegí lo que más me costaba, es como un reto que le pones a tu condición fisica.. a tu vida”.

Por último, “El Bomba” reconoció que su mejor victoria, además del flamante campeonato que ganó con Epsilon Draw “fue la de ser papá”.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión

“Mi hija se llama Victoria, por eso mismo, por las luchas diarias que uno supo tener y tiene, pero en lo deportivo un campeonato es un gran logro en mi vida, ojala sigan habiendo más títulos, pero quiero agradecerle a los monstruos que tengo de compañeros”, remarcó.

Víctor vive con un tío, una hermana y un hermano, sufre las pérdidas de su abuelo y su madre, pero disfruta de su hija, su única familia, aunque celebra la oportunidad de la vida, los amigos, del deporte y del básquet como modo de vida.

Una historia de amor por el básquet y la inclusión