El púgil profesional de 25 años, Carlos Santana tuvo que reinventarse en la pandemia por COVID 19 para poder vivir, y ahora trabaja en un taller mecánico. Ingresa y conoce los detalles.

Cuando Carlos Santana peleó en Comodoro Rivadavia en marzo, frente a Leonardo Fabio Amitrano, pudo probar su mano luego de una intervención quirúrgica pero jamás pensó que esa sería su última pelea en el campo rentado.

A los 25 años, el púgil que tiene en su rincón a Carlos Mansilla, se vio obligado a buscar otros horizontes para llevar el sustento a su casa. Por la mañana trabaja en la Municipalidad de Comodoro Rivadavia y mientras sueña con el pase a planta permanente, por la tarde lejos de volver a casa se pone el mameluco y va a un taller mecánico donde le están enseñando algunas cosas para sumar unos pesos.

"La pandemia la vamos llevando como podemos, gracias a Dios tenemos trabajo en la Municipalidad y a la tarde haciendo changas en un taller mecánico donde comencé hace un mes y estoy aprendiendo", le contó a El Patagónico.

El entrenamiento quedó en el pasado, y el doble trabajo le consume las horas. Y en ese sentido confesó: "veo muy difícil el regreso del boxeo, a este año ya lo veo perdido. No se puede entrenar, nada y para poder boxear necesito mínimo tres meses de entrenamiento a full. La verdad que no me imagino la vuelta", admitió.

Por el momento, el boxeo está lejos de volver y el caso de Carlos Santana es solo una muestra. El boxeo no es algo que deje mucha plata si estás en el sur, y estás comenzando la carrera profesional por eso Carlos Santana agradece a los que siempre están cerca. "Acá es muy difícil ser boxeador, en mi caso es muy poco el apoyo y tengo que trabajar para poder mantener a mi familia. He hablado con muchos sponsors que me dan una mano grande, y en esta situación de pandemia se cerró todo y se complica el doble. Siempre costó ser boxeador, y acá es muy sacrificado siendo profesional. Hay que ponerle el pecho a las balas y darle para adelante para cumplir el sueño que uno tiene", concluyó Santana.