Jugador de toda la cancha. Podía jugar de lateral, de volante o enganche y rendía bien en todos los puestos. Por eso, lo buscaban todos los entrenadores, incluso llegaron desde Buenos Aires y Chile. El recuerdo de Miguel Orlando “Toto” Amado.

Tenía "chispa". Se divertía y hacía divertir a sus compañeros. Brilló en su plenitud en el Oeste Jrs. allá por el 68 con la "Academia" de fútbol, donde se lucían Rojas, Agustacci, Biño, Saldivia, “Paleta” Villarreal y “Apa” Saldivia, entre otros.

Eran campeones en todo. Desde aquella segunda que después pasó a ser cuarta y ahora reserva, Oeste era la gran "usina" del futbol de la que surgirían después Chirola Ruiz, “Bichi” Bellido, Chirola Ríos, entre otros.

“Toto”, que venía de una gran familia de deportistas (Chichín futbolista y gran boxeador) y el carismático Aysito- que llegaron procedentes de lo que hace mucho se llamaba Pari Aike (hoy Perito Moreno)- era un "todo-terreno" y cuando se retiró, inmediatamente, empezó otra etapa: la de entrenador. Estuvo al mando de Oeste, Newbery y Huracán.

ALGUNAS ANÉCDOTAS

Cuando los jugadores se turnaban para llevar la indumentaria a lavar a sus respectivas casas (escaseaba el agua o se la iba a buscar a canillas públicas: la rural por ejemplo), un domingo el popular Amado llegó con el bolso conteniendo camisetas, pantalones y medias.

Como él era el "caudillo", el de la voz ronca y potente, después de darles un sermón interminable a sus compañeros que se habían demorado casi 10 minutos y faltaba poco para empezar el partido, les dijo, "bueno, bueno, cámbiense rápido que tenemos que salir la cancha y cuando el auténtico enganche y capitán (Saldivia) levantó la vista, observó que “Toto” ya tenía puesta la camiseta 10 y la cinta de capitán. No dijo nada porqué los líderes son así.

Así era Miguel Amado. Risas y contadas en los vestuarios. En la cancha, un verdadero "motorcito" que durante 90 minutos no paraba de correr y hablar. Encima, cuando él callaba aparecía otro que hablaba tanto o más que él: Cecilio "Paleta" Villarreal.

Una vez lo vimos a López, Soto, otra a Uviña o Nopay "llegar a taparse los oídos para no escucharlos". En realidad, volvían locos a cualquiera.

El “Toto”, un gran jugador al que vinieron a buscar desde Chile (Colo Colo) y también equipos de Buenos Aires, pero nunca quiso irse de su Patagonia.

Uno de sus hijos, Daniel, jugó al fútbol en los 80 y 90 en su amado Huracán de Comodoro y hoy dirige a los Seniors del club. Su nieto, por su parte, es jugador de básquet profesional y sigue los pasos del deporte como su padre y su abuelo.

-Una nota de Oscar Payaguala (Patagonia Deportiva). Publicada con su autorización. Gracias, Oscar-