"Por favor...": la inédita reacción de Riquelme en la definición de penales entre Boca y Lanús
El presidente del Xeneize sufrió más de la cuenta y lanzó un particular pedido en la previa de la definición ante el Granate.
Por primera vez desde que asumió la presidencia, Juan Román Riquelme fue blanco de una reprobación masiva en La Bombonera. El empate sin goles ante Lanús, resuelto a favor de Boca por penales, dejó en segundo plano el pase a cuartos de final del Torneo Apertura y expuso una crisis de confianza entre la dirigencia y la hinchada.
La tensión se hizo palpable al finalizar los 90 minutos. Desde distintos sectores del estadio, salvo la barra brava, los hinchas entonaron cánticos contra la Comisión Directiva: “¡La Comisión, la Comisión... que se vayan todos!”. Si bien el nombre de Riquelme no fue coreado directamente, el mensaje fue inequívoco: por primera vez, la figura del máximo ídolo y presidente quedó en el centro de la crítica popular.
La bronca se extendió tanto a los jugadores como a los dirigentes, reflejando el hartazgo por los resultados deportivos, la falta de títulos en los últimos dos años, la ausencia de participación en la Copa Libertadores y los constantes cambios de entrenador. La continuidad de Mariano Herrón como interino y el frustrado ciclo de Fernando Gago como DT alimentaron el malestar.
RIQUELME COMO NUNCA ANTES VISTO
La transmisión televisiva captó a un Riquelme inusualmente tenso en su palco, acompañado solo por su hermano Cristian, mientras el resto del Consejo de Fútbol ocupaba otra cabina. Lejos de su habitual tranquilidad, Román se mostró inquieto: cebaba mate, se levantaba, volvía a sentarse y seguía los remates de la tanda de penales sin poder disimular el nerviosismo.
El momento más revelador ocurrió segundos antes del penal ejecutado por Alexis Canelo, cuando las cámaras lo enfocaron murmurando: “Vamos, Marche, atajalo, por favor”, en alusión al arquero Agustín Marchesín, quien respondió con una atajada clave. Tras el 4-2 final, Riquelme respiró aliviado, pero la imagen de un presidente afectado por el repudio quedó instalada.
La reacción de la Bombonera marca un antes y un después en la relación entre la dirigencia y la hinchada. La idolatría que blindaba a Riquelme y a los exjugadores que hoy ocupan cargos directivos se resquebrajó ante la exigencia de resultados y el descontento generalizad.
El propio Riquelme, consultado tras el partido, reconoció el enojo del público: “Entendemos el enojo, necesitamos trabajar para mejorar, pero se entiende que no se hayan ido conformes, por supuesto”. La victoria trajo alivio, pero no disipó las críticas.
Boca sigue en carrera en el Torneo Apertura, pero la dirigencia enfrenta ahora el desafío de recuperar la confianza de una hinchada que, por primera vez en la era Riquelme, hizo oír su descontento de manera contundente. El mensaje de la Bombonera fue claro: ningún nombre está por encima de la historia y las exigencias del club más popular de la Argentina.